lunes, 21 de julio de 2008

BETANCOURT COMO MODELO


BETANCOURT COMO MODELO


Laura Fdez-Montesinos Salamanca

El caso Betancourt es una muestra más, un modelo representativo de colaboración y voluntad entre países, que ha obedecido, más que al deseo de hacer las cosas bien, a la necesidad de hacerla únicamente, por razones políticas.
Ingrid Betancourt llevaba retenida en la selva colombiana seis años, cuatro meses y nueve días por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC. Los últimos meses, la preocupación por el estado de salud de la exsenadora de Colombia, debido al rumor de que padecía una serie de enfermedades que precisaban urgente atención médica, como Hepatitis B, Lesmaniasis, y una profunda depresión por la que corría el riesgo de suicidio, urgió a los gobiernos de Francia y Colombia a intentar su liberación.
El secuestro de Ingrid Betancourt se produjo cuando el 23 de febrero de 2002, se dirigió, como candidata a la presidencia, a la “Zona de Distensión” para entablar conversaciones con la guerrilla, junto con su asesora Clara Rojas, con quién fue secuestrada.
Curiosamente, un personaje totalmente ajeno al conflicto, precipitó y en cierto modo ayudó a finiquitar la liberación: el presidente venezolano Hugo Chávez, ya había manifestado su deseo de colaborar con la liberación de rehenes, lo que provocó un conflicto más con el presidente Álvaro Uribe. Chávez se pavoneaba ante los ojos del mundo por tales esfuerzos y logros, lo que le granjeó una mayor antipatía, si cabe, del mandatario Colombiano. Un golpe político que mantenía moribundo al gobierno de Uribe.
Ante tal urgencia y por cuestiones políticas que estaban dando al traste con la popularidad y credibilidad del gobierno colombiano de Álvaro Uribe, la ineptitud y falta de voluntad -justamente lo contrario de lo que hoy hacen gala los gobiernos colombiano y francés- el ejército de Colombia llevó a cabo una matanza irracional en plena selva, incluyendo una falta diplomática muy grave, que por fortuna no tuvo mayores consecuencias que una serie de dimes y diretes entre los presidentes Correa de Ecuador, y Uribe de Colombia: la invasión militar y el bombardeo en territorio de Ecuador, su país vecino, aunque contrario en sistema político. Un absurdo arranque de arrogancia y falta de diplomacia que puso en entre dicho la gestión del conservador Álvaro Uribe, y donde resultaron heridos y muertos estudiantes mexicanos, lo cual, a pesar de la gravedad del asunto, tampoco produjo mayores consecuencias, salvo los llamados de atención diplomáticos.
Hoy, la planeación y el trabajo en equipo han logrado la liberación, no solo de la excandidata a la presidencia de Colombia Ingrid Betancourt, sino de tres contratistas estado-unidenses y once miembros del ejército nacional de Colombia, retenidos por la misma guerrilla, sin disparar un solo tiro, lo que nos da idea de cuanto se puede lograr con una buena estrategia, planeación, paciencia, colaboración y voluntad.
El haber hecho las cosas correctamente, ha cubierto de gloria a los políticos Uribe y Sarkozy, ambos inmersos en un ínfimo nivel de popularidad antes de la liberación, como consecuencia de una errática gestión gubernamental.
El plan consistió en infiltrar en la guerrilla a militares encubiertos. En el momento oportuno, los espías del gobierno anunciaron que se había dado la orden de llevar a los rehenes a determinado lugar, lo cual era falso, pero creíble. En el lugar en cuestión los esperaba un helicóptero. Al parecer, los verdaderos guerrilleros, y ante el caos reinante tras la muerte de su líder Marulanda, el cambio en la cabeza, y con toda probabilidad la dificultad en las comunicaciones, además de la congruencia, puesto que precisan modificar su ubicación con frecuencia, conocieron la posibilidad de tal orden, y obedecieron. Fueron entonces detenidos, amagados y los rehenes embarcados en el helicóptero que los llevó a la libertad. Un operativo bien armado y ejecutado, digno de película holiwoodense, la cual no tardará en rodarse, seguramente.
Con estas muestras de cómo cuando se quiere, es posible, el gobierno de Estados Unidos, como cualquier gobierno del mundo, nos hubiese ahorrado el horror de la destrucción miserable y sin sentido de países paupérrimos como Afganistán, Vietnam o de la invasión terrible de Irak, el gobierno colombiano la espantosa matanza en Ecuador, así como tantos otros conflictos que consumen a la humanidad. La idea radica en la búsqueda del cabecilla preciso por medio de la infiltración de espías, algo que hubiese sido lo más lógico en el caso de Osama Bin Ladden, y que sin embargo, por intereses creados, por absurdo lucimiento personal, por la maniática y maquiavélica manía del gobierno de los Estados Unidos, se centró en hacerle la guerra televisiva a un terrorista que, en su caso, ellos mismos habían creado.
El mundo sería mucho más feliz si los gobiernos cumplieran cabalmente con su función, y ejecutaran las acciones necesarias sin recurrir a la violencia, como han precisado hacer Uribe y Sarkozy. Un punto para ellos de tantos que habían perdido.
laurafdez27@hotmail.com

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