lunes, 21 de julio de 2008

LA ROSA BLANCA

LA ROSA BLANCA
B. Traven

Laura Fernández Montesinos Salamanca
En la República operaban 20 compañías petroleras, entre las cuales la Condor Oil Company Inc. Ltd. S.A. no era la más poderosa ni la más rica, pero sí la más ambiciosa.
No solamente para el desarrollo del individuo, sino para el de una empresa capitalista, la posesión de un apetito excelente es de consecuencias vitales, porque es determinante fundamental del tiempo que se emplea y de la velocidad que se desarrolla para el acaparamiento de dinero, que se traduce en poder. De ahí que sea el apetito lo que finalmente decida los medios que debe emplear determinada empresa, para que ésta llegue a ser un factor de control en los asuntos nacionales e internacionales.
La Condor Oil era la empresa más joven de la República y, tal vez atendiendo a esa razón, no sólo tenía el apetito más voraz, sino una digestión formidable y un estómago que, sin revolverse jamás, era capaz de aceptar cualquier cosa ingerida intencionalmente, por equivocación, por la fuerza o accidentalmente.
La lucha impía de todas las compañías petroleras en la República, tenía una meta principal y ésta era apropiarse de todas aquellas tierras que presentaran aún la más leve posibilidad de producir petróleo algún día, en un futuro próximo o en cincuenta o cien años. La cuestión era controlar todas las fuentes petrolíferas en el presente o en el futuro. La mayoría de las compañías ponían en juego más poder, dinero y astucia en la adquisición de tierras, que en la aplicación de recursos científicos para la explotación hasta el límite de la capacidad de producción de las que ya poseían. Solamente obteniendo tanto territorio o más que el poseído y controlado por las compañías realmente grandes, podía la Condor esperar que algún día aquellos que controlaban el negocio la consideraran real y seriamente como un poder en el mercado.
El cuartel general de la Condor estaba en San Francisco, California, con varias sucursales en Oklahoma, Tulsa, Pánuco, Tuxpan, Tampico, Ebano, Álamo, Las Choapas y Minatitlán, y se encontraba lista para establecer algunas nuevas en el Istmo, Campeche, Venezuela, y en la región del Chaco.
… Colindando y cortando la nueva posesión de la Condor se hallaban las tierras de una vieja hacienda llamada Rosa Blanca… La vida en Rosa Blanca era fácil. El elemento humano era tomado en cuenta antes y sobre todas las cosas que se hicieran o tuvieran que hacerse… Los propietarios auténticos, indios indefensos o campesinos mestizos en su mayoría, vieron muy poco del dinero pagado por las compañías a cambio de sus tierras. Lo que la compañía había gastado no era mucho, por término medio puede calcularse en menos de medio dólar por acre, del cual los propietarios habían recibido 10 centavos o un poquito más. Si los propietarios podían ser localizados, como ocurría o como proponían que ocurriera en más de la mitad de los casos, el dinero de los agentes de la compañía llenaba las bolsas de toda clase de funcionarios corrompidos por la dictadura. El más pequeño acto criminal cometido por la Condor era la falsificación de certificados de nacimiento para acreditar a supuestos herederos como propietarios.
… Dos cosas había a las que la Condor Oil debía atender antes que nada. Una era comprar Rosa Blanca o conseguirla por cualesquiera medios, aun cuando ellos condujeran a una guerra entre los Estados Unidos y la República… Si las manipulaciones de los directores de la Condor originaban una guerra o cualquiera clase de dificultades internacionales, ninguno de ellos resultaría perjudicado. Todos habían traspasado la edad señalada para combatir por su país.
… Don Jacinto, propietario de la hacienda, se negaba a vender o arrendar la tierra, porque para él toda la sabiduría del mundo descansaba desde su origen en la tierra, tiene sus raíces en la primera y única verdad del hombre: la tierra produce pan, y el pan vida.
Extractos de la novela La Rosa Blanca. laurafdez27@hotmail.com



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