¡México quiere la paz!
Congrega a cientos de miles marcha por la seguridad; claman vestidos de blanco, con flores, pancartas y velas, el fin de la violencia e impunidad en 70 ciudades del país
Agencias /El Mundo de Córdoba
México 31 de agosto, 2008
Una marea blanca inundó el Zócalo capitalino para exigir a las autoridades pongan freno a la ola de secuestros, robos y ejecuciones que se registran en el país.
Agencias
México.- Cientos de miles de personas clamaron ayer en más de 70 ciudades del país un “Ya basta” contra la violencia del crimen organizado y la impunidad de los delincuentes durante las marchas “Iluminemos México” encabezadas por la sociedad civil.
Los manifestantes, que en el DF recorrieron los casi cinco kilómetros del Paseo de la Reforma que separan el Monumento del Ángel del Zócalo capitalino, concluyeron su protesta con el encendido de velas y el Himno Nacional.
Ni los organizadores ni la Policía Federal dieron cifras de los asistentes a la manifestación en el DF, aunque medios calculan la participación en cientos de miles de ciudadanos que rebosaron la capacidad del Zócalo, estimada en unas 150 mil personas.
Vestidos de blanco, los participantes en las marchas, que transcurrieron de forma pacífica en todo el país, gritaron consignas de “Queremos paz”, “México, México”, “Basta ya de violencia y secuestros”.
En las marchas participaron familias completas y personas de todas las edades y condiciones sociales que exigían justicia y medidas para acabar con la ola de violencia que este año ha ocasionado la muerte de unas 3 mil personas, según cifras extraoficiales. La marcha fue encabezada por líderes de una decena de organizaciones civiles indignados por el aumento de la violencia, crímenes, secuestros, asesinatos y robos en el país.
El secuestro y asesinato del joven Fernando Martí, hijo del empresario Alejandro Martí, conmocionó a México y fue el detonante para que la sociedad se uniera para protestar. De manera simultánea a la del DF se desarrollaron marchas en unas 70 ciudades del país, de las cuales las más numerosas fueron las de Guadalajara, con 16 mil personas; Monterrey, 15 mil, Cancún, 10 mil, y Tijuana con unas 3 mil.
Además, en una decena de ciudades de Europa y América, grupos de personas salieron a expresar su apoyo solidario con los mexicanos para exigir que las autoridades garanticen la seguridad.
Una sola voz
Las campanas de Catedral doblan justo a las 20:30 horas. La iluminación del Palacio Nacional se apaga. La plaza está a oscuras y el repique de las campanas viene de un fondo oscuro, como el presente sin luz de esa multitud dolida por los secuestros, los asaltos, las violaciones, pero sobre todo, por la impunidad y la corrupción. Y luego surge el Himno Nacional.
Por fin el mar de gente se unifica “al sonoro rugir del cañón”. Es el final de una catarsis, la del miedo al crimen. La gente aplaude, grita. Se siente poderosa: “Si no pueden renuncien”, dicen, “porque los políticos dan asco”. Encienden veladoras, las reúnen aquí y allá, en la acera y en jardineras; exhiben sus cartulinas, agitan sus banderas. El grito sale del corazón: “¡Ya basta! ¡Queremos la paz! ¡Y si no pueden, renuncien!”
Congrega a cientos de miles marcha por la seguridad; claman vestidos de blanco, con flores, pancartas y velas, el fin de la violencia e impunidad en 70 ciudades del país
Agencias /El Mundo de Córdoba
México 31 de agosto, 2008
Una marea blanca inundó el Zócalo capitalino para exigir a las autoridades pongan freno a la ola de secuestros, robos y ejecuciones que se registran en el país.
Agencias
México.- Cientos de miles de personas clamaron ayer en más de 70 ciudades del país un “Ya basta” contra la violencia del crimen organizado y la impunidad de los delincuentes durante las marchas “Iluminemos México” encabezadas por la sociedad civil.
Los manifestantes, que en el DF recorrieron los casi cinco kilómetros del Paseo de la Reforma que separan el Monumento del Ángel del Zócalo capitalino, concluyeron su protesta con el encendido de velas y el Himno Nacional.
Ni los organizadores ni la Policía Federal dieron cifras de los asistentes a la manifestación en el DF, aunque medios calculan la participación en cientos de miles de ciudadanos que rebosaron la capacidad del Zócalo, estimada en unas 150 mil personas.
Vestidos de blanco, los participantes en las marchas, que transcurrieron de forma pacífica en todo el país, gritaron consignas de “Queremos paz”, “México, México”, “Basta ya de violencia y secuestros”.
En las marchas participaron familias completas y personas de todas las edades y condiciones sociales que exigían justicia y medidas para acabar con la ola de violencia que este año ha ocasionado la muerte de unas 3 mil personas, según cifras extraoficiales. La marcha fue encabezada por líderes de una decena de organizaciones civiles indignados por el aumento de la violencia, crímenes, secuestros, asesinatos y robos en el país.
El secuestro y asesinato del joven Fernando Martí, hijo del empresario Alejandro Martí, conmocionó a México y fue el detonante para que la sociedad se uniera para protestar. De manera simultánea a la del DF se desarrollaron marchas en unas 70 ciudades del país, de las cuales las más numerosas fueron las de Guadalajara, con 16 mil personas; Monterrey, 15 mil, Cancún, 10 mil, y Tijuana con unas 3 mil.
Además, en una decena de ciudades de Europa y América, grupos de personas salieron a expresar su apoyo solidario con los mexicanos para exigir que las autoridades garanticen la seguridad.
Una sola voz
Las campanas de Catedral doblan justo a las 20:30 horas. La iluminación del Palacio Nacional se apaga. La plaza está a oscuras y el repique de las campanas viene de un fondo oscuro, como el presente sin luz de esa multitud dolida por los secuestros, los asaltos, las violaciones, pero sobre todo, por la impunidad y la corrupción. Y luego surge el Himno Nacional.
Por fin el mar de gente se unifica “al sonoro rugir del cañón”. Es el final de una catarsis, la del miedo al crimen. La gente aplaude, grita. Se siente poderosa: “Si no pueden renuncien”, dicen, “porque los políticos dan asco”. Encienden veladoras, las reúnen aquí y allá, en la acera y en jardineras; exhiben sus cartulinas, agitan sus banderas. El grito sale del corazón: “¡Ya basta! ¡Queremos la paz! ¡Y si no pueden, renuncien!”
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