domingo, 17 de agosto de 2008

Neuman, Andrés: Coronel Batman


OJO SECRETO
Coronel Batman

17.08.08 -
ANDRÉS NEUMAN
de ideal.es para Grandes Montañas

CADA vez que voy al cine a ver una película de acción, superhéroes o espías producida en Hollywood, tengo la sensación de que todas hablan de lo mismo: del 11-S y la nueva política de seguridad de Estados Unidos. El discurso de fondo se repite una y otra vez: una amenaza exterior nos acecha, y el Estado no tendrá más remedio que tomar medidas al precio que sea. No es una excepción la última película de Batman, segunda entrega sobre el héroe murciélago del violento y oscuro Christopher Nolan. Con la particularidad de que la cinta no se limita a reflexionar sobre la situación post 11-S. Sino que además se lanza a justificar punto por punto, con reaccionaria nitidez, cada paso legal, militar y moral que ha dado la Casa Blanca (en este caso Negra) en los últimos años. La película, de más está decirlo, ha recaudado un montón de millones gracias a espectadores incautos como yo mismo. De hecho ha obtenido buenas críticas tanto en USA como en España. Bien, adoro equivocarme. A mi gusto 'El caballero oscuro' es demasiado larga, increíblemente reiterativa, está mal dialogada y se desvía del foco de interés narrativo que había encontrado Nolan en la anterior entrega, que era bucear en la intimidad turbia del personaje. Aquí la intimidad de los protagonistas es secundaria, tópica y plana, cuando no inexistente. Las escenas de acción son confusas y previsibles. Sólo dos escenas lograron sorprenderme: la del primer vuelo de Batman (visualmente hermosa) y la de los detonadores en los barcos (planteada con inteligencia y resuelta con demagogia). El único mérito artístico de la película es, para mí, la escalofriante interpretación de Heath Ledger (uno de los vaqueros enamorados de 'Brokeback Mountain') transformado aquí en ese parsimonioso psicópata de risa helada que es el Joker. Ledger está grandioso, y me temo que su merecido Óscar será póstumo, ya que el joven actor falleció poco después del rodaje. Si la de Nolan me pareció una mala película, desde el punto de vista ideológico ya es el no va más. Parábola fascista, quizá lo más decepcionante sea ver al torvo hombre murciélago (antes campeón de los 'outsiders' y los héroes clandestinos) convertido en una especie de asesor de los poderes fácticos de Gotham. El nuevo Batman colabora con la autoridad policial, negocia con el fiscal del distrito y hasta planea las campañas mediáticas del comisario y el alcalde, que siguen sus instrucciones y admiran a su verdadero referente moral, al estadista en la sombra, a su Líder Oscuro. Batman ha pasado de clandestino indómito a personaje integradísimo en el sistema, tanto que no duda en sacrificarse por él. El enmascarado ya no se limita a salvar vidas inocentes: también quiere adoctrinarlas, insuflarles fe en el sistema, hacerles creer en sus responsables públicos. Ahora Batman toma decisiones judiciales, políticas y policiales con la facilidad de otros quirópteros como Bush. La lectura es sencilla: el nuevo Batman representa todo aquello que, por encima de los límites de la ley, el gobierno norteamericano quisiera hacer (y hace). Por ejemplo secuestrar criminales extranjeros violando las jurisdicciones nacionales, o torturar a acusados en mazmorras secretas. Tan clara es la metáfora, que la megaempresa multinacional de Bruce Wayne colabora con el Ministerio de Defensa en I+D. El armamento de Batman, por tanto, no es más que la vanguardia militar de su país. La estrella negra de su ejército. La película justifica permanentemente las violaciones de los derechos humanos y las libertades individuales, siempre perpetradas en nombre de la seguridad del Estado. Lo explica el alcalde de Gotham en un discurso: «el precio de la seguridad es la vigilancia». Por eso Morgan Freeman (asesor tecnológico de Wayne) recibe la orden de pinchar y espiar todos los teléfonos móviles de Gotham. «Es demasiado poder para una sola persona», duda Freeman. Pero había que hacerlo, según el coronel Batman, y eso es lo que se hace. Por supuesto, nada de esto tendría sentido sin un adecuado retrato del enemigo. El enemigo en este caso coincide con el Eje del Mal de Bush: un terror sin razones ni objetivos, que no sabe lo que hace, que es puro caos (como proclama el Joker y confirma Alfred, más siniestro que nunca, tras pasar de elegante y simpático mayordomo a una especie de militar retirado que decidió quemar un bosque entero en Birmania para exterminar a unos traficantes). De ahí que, para luchar contra un enemigo sin razones, no haya otro remedio que saltarse la lógica, la ley y el derecho. Y de ahí que el valeroso comisario tenga un mini Guantánamo montando en los subsuelos. En otras palabras: si el terrorismo masivo ha aumentado su crueldad en el mundo, nada tienen que ver Irak, Afganistán, Palestina, la política militar de Estados Unidos. El terror nunca tiene causas ni agravantes. 'El caballero oscuro' es a la ética de la seguridad ciudadana lo que 'Sexo en Nueva York' a la causa feminista. Malos tiempos para la crítica. Si me aceptan una sugerencia, vayan a ver la maravillosa 'Wall-e'. Eso sí que es una proeza, y no las que hace Batman.

No hay comentarios: