martes, 12 de agosto de 2008

MARX - ENGELS: MANIFIESTO COMUNISTA (1)




Grandes Montañas presenta en episodios...

El libro que cambió la historia

Manifiesto comunista
Karl Marx-Frederich Engels

(1)
Índice
Prefacio
Introducción a la edición inglesa de 1883
Introducción a la edición alemana de 1890
Manifiesto comunista
I. Burgueses y proletarios
II. Proletarios y comunistas
III. Literatura socialista y comunista
1. El socialismo reaccionario
A. El socialismo feudal
B. El socialismo pequeño-burgués
C. El socialismo alemán o socialismo “verdadero”
2. El socialismo conservador o burgués 38
3. El socialismo y el comunismo crítico y utópico
IV Posición de los comunistas ante los diferentes partidos
de oposición
Acerca de los autores

PREFACIO

La Liga de los Comunistas, Sociedad obrera internacional que no podía vivir sino en secreto, dadas las condiciones de la época, encargó a los que suscriben, delegados al Congreso celebrado en Londres en 1847, que redactaran y publicaran un programa detallado del Partido, a la vez teórico y práctico. Tal es el origen de este Manifiesto, cuyo manuscrito fue enviado a Londres para su impresión algunas semanas antes de la revolución de Febrero. Publicado primero en alemán, se han hecho en este idioma lo menos doce ediciones diferentes en Alemania, Inglaterra y América. Ha aparecido en inglés en Londres en 1850, en el “Red Republican”, traducido por la señorita Elena Macfarlane, y en 1871 se han hecho al menos tres traducciones diferentes en América. Apareció en francés en París algún tiempo antes de la insurrección de junio de 1848, y recientemente en “L’Socialiste”, de Nueva York. Se prepara en este momento otra edición. Se hizo en Londres una edición en polaco poco tiempo después de la primera edición alemana, En Ginebra apareció en ruso algunos años después de 1860. Ha sido traducido al danés a poco de su publicación original.
Aunque las condiciones hayan cambiado mucho en los últimos veinticinco años, los principios generales expuestos en este Manifiesto conservan en conjunto todavía la mayor exactitud. Algunos puntos deberían ser retocados.
El mismo Manifiesto explica que la aplicación de los principios dependerá siempre y en todo caso de las circunstancias históricas existentes, y que, por tanto, no debe darse mucha importancia a las medidas revolucionarias enumeradas al final del capitulo II. Este pasaje sería redactado hoy de muy distinta manera en más de un punto. Dado el desenvolvimiento colosal de la grande industria en los últimos veinticinco años, y la organización de la clase obrera en partido, que se desenvuelve paralelamente; dadas las experiencias, primero, de la revolución de Febrero, y después, sobre todo, de la Comuna de París, que eleva por la primera vez al proletariado, durante dos meses, al Poder político, este programa está envejecido en ciertos puntos.
La Comuna ha demostrado principalmente que “no basta con que la clase obrera se apodere de la máquina del Estado para hacerla servir a sus propios fines”. (Véase La guerra civil en Francia, notabilísimo manifiesto del Consejo General de la Asociación Internacional de los Trabajadores, donde esta idea está más extensamente desarrollada). Además, evidentemente, la crítica de la literatura socialista es en estos momentos incompleta, pues sólo llega a 1847, y al propio tiempo, si las observaciones que se hacen sobre la posición de los comunistas ante los diferentes partidos de oposición (capítulo IV) son exactas todavía en sus trazos generales, están envejecidas en detalle, pues la situación política ha cambiado completamente y la evolución histórica ha hecho desaparecer a la mayoría de los partidos que se enumeran. Sin embargo, el Manifiesto es un documento histórico: que no tenemos derecho a modificar. Una edición posterior quizá sea precedida de una introducción que pueda llenar la laguna entre 1847 y hoy; la actual reimpresión ha sido demasiado rápida para poder escribirla. Karl Marx–Friedrich Engels. Londres, 24 de junio de 1872

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