domingo, 10 de agosto de 2008

Delgado, Pablo: Contrato social

Paradigmoterapia
Pablo Delgado Rannauro

Contrato social
(2ª parte)

No hay nada más difícil de llevar a cabo, ni nada de más dudoso éxito, ni más difícil de conducir, que iniciar un nuevo orden de cosas. Porque el reformador tiene enemigos en todos aquellos que sacan provecho del antiguo orden y solo distantes defensores en aquellos que se benefician del nuevo orden. Este distanciamiento proviene en parte del miedo a los adversarios, los cuales tienen la ley de su lado, y en parte de la incredulidad de la humanidad, que nunca cree realmente en algo nuevo hasta que no lo experimenta de verdad. Nicolás Maquiavelo, el príncipe (1513).
México es un país en efervescencia, que aspira a su transformación, pero parece congelado en el tiempo. La contienda electoral de 2006 nos acertó un duro golpe al sueño democrático en que creíamos estar. La elección reciente demostró que aún no se resuelven los problemas del poder.
La disputa por el poder en México no reconoce límites y su prueba no ha encontrado caminos institucionales verdaderos para transformarse en buen gobierno. Peor aún, parte importante de nuestra sociedad desconocen las reglas del juego, no las califican de legítimas (y por tanto obediencia).
Muchos mexicanos queremos que nuestras instituciones gocen de legitimidad con orden político y legal, para que se avance promoviendo el gran potencial que tenemos como Estado.
Si nos ponemos de acuerdo con el método para discutir los asuntos políticos: dando como consecuencia las reglas del juego, la pregunta obligada es ¿quién va hacerlas cumplir en caso de que sean violadas? Luis rubio y Edna Jaime proponen en su libro el acertijo de la legitimidad lo siguiente:
Haciendo un ejercicio incluyente para la definición de las reglas y se responsabilizaría al poder judicial de la determinación de los casos en que se justifique el uso de la fuerza pública para que, a su vez, el ejecutivo pueda actuar.
En suma, el país tiene que avanzar hacia una reversión completa de la lógica que, de manera perversa, se ha adueñado de las formas políticas y comportamientos de grupos sociales y políticos, además del propio gobierno.
Max Weber estableció: solo el gobierno puede tener acceso a la violencia; más bien el gobierno debe tener el monopolio de la violencia.
El gobierno mexicano debe recobrar esa capacidad, el uso de la violencia por cualquier otro actor debe tener consecuencias. Hoy el gobierno mexicano al igual que toda la población vive temeroso de recurrir a la fuerza pública.
A las policías no le tenemos confianza por su falta de profesionalismo y costos asociados a su mal desempeño. La solución a este problema específico tiene que consistir en formación de fuerzas policiacas modernas, a todos los niveles de gobierno, es una condición necesaria para el desarrollo político e institucional del país.
pablodelgado14@hotmail.com

No hay comentarios: